Casi nunca voy al banco porque me resulta engorrosísimo y fastidioso, sobre todo desde que la última vez la nueva dizque ejecutiva del servicio VIP de mi agencia me dijo con la cara de quién te va a negar un favor porque le sale del forro, que yo no aparecía en la lista de "sus" clientes VIP, después que revisó todas mis cuentas (no es que tenga tantas, pero algunas he tenido y han ido muriendo en el camino) y vió mi devaluado saldo. Además hoy en día, salvo sacar dinero en efectivo (cuándo llegará ese día), todo lo demás se puede hacer desde la comodidad de la casa con una computadora normalita o un teléfono.Pero no es del banco que voy a escribir precisamente, sino de esa costumbre de muchos de pedir prestado un bolígrafo al primero que tienen al lado.
Señor, señora, señorita, joven: si usted va al banco, salvo que vaya solo a preguntar algo, con toda seguridad necesitará escribir, rellenar una planilla de depósito o retiro, endosar un cheque, al menos una firmita, entonces me pregunto por qué carajo no se le ocurre llevarse aunque sea un papermate que se consigue en cualquier quincalla ¡NO! es más cómodo pedirlo prestado, a que sí.
Admito que yo me encaleto mi querido bolígrafo tan pronto termino, pero hoy cuando me disponía a regresarlo a su lugar de costumbre en mi cartera, la que estaba detrás de mí en la cola me agarró desprevenida y con la mirada fija en mi lapicero me lo pidió prestado un minutico, dudé, la miré, volví a ver el bolígafo y finalmente en un acto de gran desapego se lo presté, pero ser amable no me quitó esa sensación de "que ladilla" que me inundó durante esos escasos 30 segundos en los que la muchacha garabateó su firma y número de cédula detrás de un cheque.
El por qué de mi encalete es que ese boligrafito fue uno de los primeros regalos que me hizo el pichurro y para ñapa ya lo descontinuaron, así que lo cuido como un tesoro por ambas razones, creo que es de los objetos que más he cuidado, siendo que no suelo ser muy cuidadosa ni apegada a las cosas materiales.
Al retornar a la casa le echo el cuento al pichurro, conociendo de antemano su respuesta "¿y se lo prestaste?" "sí hombre" y ahí me lanza entre risas su respuesta a tal petición y me dice "yo mi bolígrafo no lo presto, ¿a ver si se les cae?" . Creo que pa' la próxima me llevaré en la cartera un lapicero baratón porsia alguno se antoja de pedírmelo prestado.
Abur.-