Flor marchita

Desde hace un tiempo no quiere bañarse a diario, lo dijo sin pudores. Le inventan planes para entusiasmarla que de vez en cuando la animan y entonces sí accede a meterse a la ducha de buena gana. No es que huela mal, porque ni se suda la pobre, es la pérdida del hábito, el abandono voluntario o el susto de los demás de verla perder facultades y con ello ver acercarse el gen insano que ronda la rama materna. Su mamá murió trastornada, no se supo a ciencia cierta el mal que la aquejaba. ¿Esquizofrenia?, ¿Demencia senil? ¿Se desquició cuando el marido, por quién perdió su herencia y su dignidad, la dejó por otra? una suerte de Juana la Loca, porque en esa época nadie hablaba de Alzheimer. Nadie quiso enterarse, se obligaron a olvidar ese detalle oscuro como queriendo conjurarlo. Sus otras dos hermanas que aún viven, también ancianas, se han dejado perder en esos laberintos mentales y no son ni la sombra de que lo que alguna vez fueron: mujeres trabajadoras, excelentes madres y de un fuerte carácter. Ahora, cuando pierde el hilo de la conversa, cuando se le olvida algún nombre o repite varias veces el mismo comentario, cada uno se pregunta internamente ¿será la "extraña herencia"?
Abur.-